Concupiscencia
Etim: Latín, con- plenamente, cupere, desear. Concupiscentia, deseo, ambición.
La insubordinación de los deseos a la razón; la inclinación de la naturaleza humana hacia el pecado. Esta inclinación es causa del pecado original.
Los apetitos sensitivos del ser humano tienen un movimiento espontáneo hacia lo que la imaginación presenta como placentero y en contra de lo que presenta como doloroso. La concupiscencia incluye también los deseos desordenados de la voluntad, la tendencia hacia los siete pecados capitales.
Concupiscencia: Apetito y deseo de los bienes terrenos. || 2. Apetito desordenado de los bienes sensuales.
Concupiscible: Dícese del apetito sensitivo que hace desear lo que conviene a la conservación (instinto de supervivencia o conservación) y comodidad del individuo o de la especie.
Sensual: adj. Sensitivo, 1ª acep. || 2. m. Aplíquese a los deleites de los sentidos. || 3. Perteneciente al apetito carnal.
Tibio: adj. Templado, entre caliente y frío. || 2. Flojo, poco fervoroso. || RAE: Indiferente, poco afectuoso. || Poner tibio a alguien = Ponerle verde || Ponerse tibio = Ensuciarse, darse un hartazgo.
Flojo: adj. Mal atado o poco tirante. || 2. Que tiene poca actividad o vigor. Vino flojo. || 3. fig. Perezoso, descuidado y tardo.
Cobarde:adj. Pusilánime sin valor ni espíritu. || 2. Hecho con cobardía. || 3. Aplícase a la vista delicada y de poca claridad y alcance. || RAE: Pusilánime, sin valor ni espíritu para afrontar situaciones peligrosas o arriesgadas.
Cobardía: f. Falta de ánimo y valor.
Pusilánime: adj. Falto de ánimo, apocado, cobarde. || RAE: Falto de ánimo y valor para tomar decisiones o afrontar situaciones comprometidas.
Tentación
La invitación al pecado, sea por persuasión o por la oferta de algún placer o cosa deseada. Puede tener su origen en el mundo, la carne o el demonio.
La tentación del mundo es el atractivo del mal ejemplo o la presión a comportarse en cierta forma. La tentación de la carne surge de la concupiscencia. Las tentaciones demoniacas ocurren por instigación del demonio cuyo método es incitar a toda forma de pecado. Por la avaricia y el egoísmo nos lleva al orgullo y por el orgullo a todos los demás pecados.
- Ver también: En Cristo fuimos tentados, en Él vencimos al diablo – San Agustín
- Ver también: Pecado
Aprendamos de las tentaciones a Jesús (Mt 4, 1-11)
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
-«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»
Pero él le contestó, diciendo:
-«Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»»
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
-«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras.»»
Jesús le dijo:
-«También está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios.»»
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo:
-«Todo esto te daré, si te postras y me adoras.»
Entonces le dijo Jesús: -«Vete, Satanás, porque está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.»» Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
“El Señor todo lo hacía para nuestra enseñanza” -San Juan Crisóstomo
- Si no contáramos con las tentaciones que hemos de padecer abriríamos la puerta a un gran enemigo: el desaliento y la tristeza.
El demonio sagazmente prepara la tentación para cada persona.
- El demonio tienta aprovechando las necesidades y debilidades de la naturaleza humana.
- A. Knox: “Conoce el mercado y, como buen vendedor, ofrece exactamente lo que calcula que el comprador tomará. Supongo que pensará, con bastante razón, que la mayor parte de nosotros podemos ser comprados por cinco mil libras al año, y una gran parte de nosotros por mucho menos. Tampoco nos ofrece sus condiciones de modo tan abierto, sino que sus ofertas vienen envueltas en toda especie de formas plausibles. Pero si ve la oportunidad no tarda mucho en señalarnos a vosotros y a mí cómo podemos conseguir aquello que queremos si aceptamos ser infieles a nosotros mismos y, en muchas ocasiones, si aceptamos ser infieles a nuestra fe católica” (R. A. KNOX, Sermones pastorales, p. 79).
El Señor nos enseña cómo debemos vencer las tentaciones y además sacar provecho ellas
- Él “permite la tentación y se sirve de ella providencialmente para purificarte, para hacerte santo, para desligarte mejor de las cosas de la tierra, para llevarte a donde Él quiere y por donde Él quiere, para hacerte feliz en una vida que no sea cómoda, y para darte madurez, comprensión y eficacia en tu trabajo apostólico con las almas, y… sobre todo para hacerte humilde, muy humilde” (S. CANALS, Ascética Meditada, 14ª ed., Madrid 1980, p. 127).
- Bienaventurado el varón que soporta la tentación porque, probado, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a los que le aman (Sant 1, 12).
Primera tentación: Cuando Jesus tiene hambre. El demonio le invita a que convierta las piedras en pan. Que utilice su poder divino para resolver su necesidad.
- Es una tentación contra la decisión de Jesús de humillarse y vivir la condición humana con todas sus limitaciones y sufrimientos.
Segunda tentación, el diablo llevó a Jesús al pináculo del Templo y le dijo que se tire. El Diablo utiliza la Biblia: “Pues escrito está: Dará órdenes acerca de ti a sus ángeles de que te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra”
- Es una tentación capciosa: si te niegas, demostrarás que no confías en Dios plenamente; si aceptas, le obligas a enviar, en provecho personal, a sus ángeles para que te salven. El demonio no sabe que Jesús no tendría necesidad de ángel alguno.
- Una tentación parecida oirá el Señor en la cruz: “Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él” (Mt 27, 42).
- También es la tentación de que cumpla su misión de Mesías en la forma mas fácil. Si los ángeles lo sostienen, todo el mundo sabrá que es el Mesías y podrá reunir a todos.
- Jesús vino para reunir a todos, como pastor que recoge al rebaño. Pero no de esa manera. El nos atraerá a todos solo por amor y amor de cruz: «Cuando sea levantado atraeré a todos hacia mi».
Tercera tentación. El demonio ofrece a Jesús todos los reinos del mundo.
- Jesús vino para reconquistarlo todo para su Padre. Jesús ciertamente debía ser rey del mundo. La tentación ofrece algo bueno, pero con algo muy malo: El demonio exige que lo adore. Entonces el diablo en verdad seguiría siendo el rey y Jesus solo su esclavo.
- El demonio no nos tentará a nosotros ofreciendo reinos. Nos pretende comprar por mucho menos. Y tiene mucho éxito porque cuenta con nuestras ambiciones y deseos de poseer algo. Ser reycitos sobre alguien o algo. Que nos postremos ante el, lo cual significa desobedecer a Dios.
- El demonio promete siempre más de lo que puede dar. La felicidad está muy lejos de sus manos. Toda tentación es siempre un miserable engaño.
El Señor está siempre a nuestro lado, en cada tentación y nos da la gracia necesaria para vencer.
- El Señor permite que seamos tentados para que crezcamos en las virtudes.
- Confiad: Yo he vencido al mundo (Jn 16, 33).
- Nos apoyamos en Él “Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Flp 4, 13).
- «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?» (Sal 26, 1).
Podemos prevenir la tentación si nos mantenemos firmemente unidos al Señor.
- Humildad
- La vida de los sacramentos.
- Participar en la vida de la comunidad cristiana.
- Vivir amando a Dios y al prójimo.
- Disciplina del horario, evitar el ocio.
- Mortificación, lo cual implica disponerse a sufrir por seguir el camino recto.
- Oración continua, pedir al Señor: “no nos dejes caer en la tentación”.
- Guardando los sentidos internos y externos. “Velad y orad para no caer en la tentación” (Mt 26, 41).
- Debemos huir de las ocasiones de pecar, por pequeñas que sean. El que ama el peligro perecerá en él (Eccl 3, 27).
- Sinceridad ante el director espiritual. “Combatimos la tentación manifestándosela abiertamente al director espiritual, pues el manifestarla es ya casi vencerla. El que revela sus propias tentaciones al director espiritual puede estar seguro de que Dios otorga a éste la gracia necesaria para dirigirle bien” (B. BAUR, En la intimidad con Dios, Herder. Barcelona 1975, 10ª ed., p. 121).
- Devoción a María Santísima, refugio de pecadores.
Mi agradecimiento a www.corazones.org