Prólogo
Dejo unas cuántas citas del Antiguo Testamento donde se anuncia o menciona. con siglos de antelación, la venida de Jesucristo. Como curiosidad nada casual la comunidad mal llamada judía suele suprimir el capítulo 53 de Isaías, y libros enteros como los de Macabeos.
Hay más citas sobre Jesús en el Antiguo Testamento, como en el libro de Daniel por poner un solo ejemplo, pero con estas creo que es suficente para hacerse una buena aproximación.
La Anunciación
En la Anunciación de San Gabriel Arcángel a una joven María de Nazaret, primer capítulo del Evangelio de San Lucas, hay dos versículos, 32 y 33, en el San Gabriel menciona un pasaje del Antiguo Testamento donde es anunciado el Hijo del Altísimo, esto es, Jesucristo. Más concretamente se trata del capítulo 7 del segundo libro de Samuel.
«26 En el mes sexto fué enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen, desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando a ella le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. 29 Y ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría significar aquella salutación. 30 Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 32 Será grande (5) y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor el trono de David su padre,33 y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino tendrá fin. 34 Y dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues que yo no conozco varón? 35 Y el ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será Hijo de Dios. 36 Isabel, tu pariente, también ha conebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril, 37 porque nada hay imposible para Dios. 38 Y dijo María: He aquí a la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel.»
(5) Estos dos versículos nos presentan al niño anunciado como Hijo del Altísimo, destinado a realizar las promesas mesiánicas, que Dios había hecho a su padre David. (II Samuel 7, 14 y siguientes).
II Samuel
«Hácete, pues, saber Yave, que él te edificará casa a ti; 12 y que cuando se cumplieren tus días y te duermas con tus padres, suscitaré a tu linaje, después de ti, el que saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 Él edificará casa a mi nombre, y yo estableceré su trono por siempre. 14 Yo seré su Padre y el será mi hijo. Si obrare él mal, yo le castigaré con varas de hombres y con azotes de hijos de hombres; 15 pero no apartaré de él mi misericordia, como la aparté de Saúl, arrojándole de delante de ti. 16 Permanente será tu casa para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad» (1).»
(1) Es la promesa de la perpetuidad de la dinastía davidica, que tendrá su más perfecta realización en el Mesías, hijo de David.
Isaías 53
La tradición judía asegura que Isaías murió asesinado por el rey Manases bien entrado el siglo VII a. C., cuando el profeta era ya muy anciano. (Biblia Nácar-Colunga, Edición de 1944).
«Yave cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros.
Maltratado y afligido, no abrió la boca,
como cordero llevado al matadero,
como oveja muda ante los trasquiladores.Fué arrebatado por un juicio inicuo,
sin que nadie defendiera su causa,
cuando era arrancado de la tierra de los vivientes
y muerto por las iniquidades de su pueblo.Dispuesta estaba entre los impíos su sepultura,
y fué en la muerte igualado a los malhechores;
a pesar de no haber en él maldad,
ni haber mentira en su boca,
quiso quebrantarle Yave con padecimientos,
ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado,
tendrá posteridad.”– Isaías 53, 6-10.
El Apóstol San Juan recordando la Escritura.
«Dijéronse, pues, unos a otros: No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para ver a quién le toca, a fin de que se cumpliese la Escritura. «Dividiéronse mis vestidos, y sobre mi túnica echaron suertes.» Es lo que hicieron los soldados.»
– San Juan 19, 24.
«Porque esto sucedió para que se cumpliese la Escritura: «No romperéis ni uno de sus huesos.» Y otra Escritura dice también: «Mirarán al que traspasaron.»
– San Juan 19, 36-37.
Salmos 21
El libro de los Salmos está dividido en cinco. Probablemente estos cinco libros son otras tantas colecciones de Salmos, hechas en distintas épocas y por distintos autores. La época en que fueron escritos los Salmos abarca un largo período, que va desde los comienzos de la monarquía, siglo XI a. C, hasta después de la cautividad babilónica, siglo V a. C. sin que podamos con certeza señalar fechas más recientes para algunos, como creen ciertos intérpretes, y mucho menos todavía decir que algunos de éstos sean del tiempo de los Macábeos (entre los años 104 y 63 a. C.).
«Seco está como un tejón mi paladar,
mi lengua está pegada a las fauces,
y ya me echan al polvo de la muerte.
Me rodean como perros,
me cerca una turba de malvados,
han taladrado mis manos y mis pies,Puedo contar todos mis huesos.
Y ellos me miran, me contemplan.
Se han repartido mis vestidos
y echan suertes sobre mi túnica.Tú, pues, ¡oh Yave!,
no retrases tu socorro,
apresúrate a venir en mi auxilio.»– Salmos 21, 16-20.
«Está Yave vecino a los que tienen
el corazón contrito, y salva a los afligidos
de espíritu. Muchas pueden ser las aflicciones
del justo, pero de todas le libra Yave.
Toma a su cuidado todos sus huesos,»– Salmos 33, 19-21.
Pentateuco
El Pentateuco son los cinco primeros libros del Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Son la primera tradición escrita del pueblo judío, dada a Moisés en el siglo XVIII a. C.
«Esta es la ley de la Pascua. No la comerá ningún extranjero. Al siervo comprado a precio de plata, le circuncidarás y la comerá; pero el adventicio y el mercenario no la comerán. Se comerá en una sola casa, y no sacaréis fuera de ella nada de sus carnes, ni quebrantaréis ninguno de sus huesos,»
– Éxodo 13, 43-46.
«En el segundo mes, el día catorce de él, entre dos luces la celebrará. La comerán con pan ácimo y lechugas amargas; no dejarán de ella nada para el día siguiente, ni quebrantarán ninguno de sus huesos; la celebrarán conforme a todos sus ritos.»
– Números 9, 11-12.
El Profeta Zacarías
El libro de Zacarías data del año 520 a. C
«y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración, y alzarán sus ojos a mí; y a aquel a quien traspasaron le llorarán como se llora al unigénito, y se lamentarán por él como se lamenta por el primogénito.»
– Zacarías 12, 10.
Este artículo también está publicado en uncatolicoperplejo.wordpress.com.
Un saludo. Cuídense mucho.