Prólogo
Es muy importante conocer que la supresión de«la oblación y el sacrificio perpetuo» (San Daniel 9, 27), es decir, de la Santa Misa, sólo hay una, la Tridentina, manipulada en 1962 (enlace), y que hacía de muro de contención contra el poder de las tinieblas (San Lucas 22, 53). Es decir, contra la influencia de los espíritus del aire, potestades y caudillos (Efesios 6, 12).
También es importante recordar que la masonería, por el método de infiltración, logró hacerse con el control de las instituciones de la Iglesia Católica, y la hizo caer en apostasía en el Concilio Vaticano II (1962-1965). La clave está en que el judío y masón Montini (Pablo VI), en 1962 modificó, violentó y destruyó el Canon de la Santa Misa. Y de aquí viene la situación que tenemos frente a nosotros: un genocidio cristiano global como paso previo para una nueva era de postcristianismo (lo que llaman Nuevo Orden Mundial). En esto consiste el nuevo orden de la masonería.
Los cuatro jinetes de Apocalipsis
En los textos proféticos la sucesión cronológica temporal de los acontecimientos se cuenta en un sentido u otro, dependiendo de sus autores. Es decir. Los que va para permanecer que la acción de los hijos de Dios, se cuenta en sentido normal, del principio o más próximo hacia a los más lejano en el tiempo. Y aquellos acontecimientos que van para no permanecer, la acción de los nacidos del diablo (Juan 8, 44), se cuenta en sentido inverso. Esto es, al revés. Se empieza por lo más lejano para terminar la narración por lo más próximo, en términos cronológicos se entiende.
Sucesión de acontecimientos
Como la acción que narra el capítulo 6 es llevado a cabo por el pueblo del anticristo, enumeramos los acontecimientos de forma inversa. A saber. Primero vendrá la peste (caballo bayo, pálido), luego el hambre (caballo negro) con el comienzo de los dolores, después el exterminio del pueblo Cristiano (caballo rojo) y finalmente, la Parusía de Nuestro Señor en forma de Día de la Ira (caballo blanco). Los cuatro caballos, bayo, negro, rojo, y blanco son el espíritu de satanás, y sobre este maligno espíritu cabalgan los demonios del aire que nos rodean, plagas de langostas.
Apocalipsis cap. 6
«1Y así que el Cordero abrió el primero de los siete sellos, vi y oí a uno de los cuatro vivientes, que decía con voz como de trueno: 2 Ven. Y miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fué dada una corona, y salió vencedor, y para vencer aún. 3 Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo viviente que decía: Ven. 4 Y salió un caballo bermejo (color fuego), y al que cabalgaba sobre él le fué concedido desterrar la paz de la tierra (tierra: morada interior de los hijos de Caín), y que se degollasen unos (Caín) a otros (Abel), y le fué dada una gran espada (Génesis 3, 24). 5 Y cuando abrió el sello tercero oí al tercer viviente que decía: Ven. Y miré y vi un caballo negro (el hambre) (1), y el que le montaba tenía una balanza en la mano.6 Y oí como una voz en medio de los cuatro vivientes que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario, pero el aceite y el vino ni tocarlos (fortísima inflación). 7 Y cuando abrió el sello cuarto oí la voz del cuarto viviente que decía: Ven. 8 Y mire y vi un caballo bayo (pálido), y el que cabalgaba sobre él tenía por nombre Mortandad, y el infierno le acompañaba.
Y fuéles (fuéles, 3ª per. del plural. Los caballos rojo, negro, pálido y blanco son el espíritu de satanás, y sus jinetes son los demonios del aire, plagas de langostas (Apocalipsis 9, 17-19)) dado poder sobre la cuarta parte de la tierra (sobre la enorme masonería, pueblo del anticristo), para matar con la espada, y con el hambre, y con la peste, y con las fieras de la tierra.» – Apocalipsis 6, 1-8.
(1) Representa el hambre negra, en la cual un litro de trigo valdría un denario, esto es, el jornal de un obrero (Mateo 20, 2); el aceite y el vino debían ser mirados como artículos de lujo inasequibles de todo punto.
«La muchedumbre de los hombres que le pertenecen.»
«Algunos quieren que en templo de Dios, por el Anticristo, se entienda, no el mismo príncipe y cabeza, sino en cierto modo todo su cuerpo, esto es, la muchedumbre de los hombres que le pertenecen a él juntamente con su príncipe, y piensan que mejor se dirá en latín, como está en el griego, no in templo Dei, sino in templum Dei sedeat, como si él fuese el templo de Dios, esto es, la Iglesia; como decimos sedet in amicum, esto es, como amigo.» – San Agustín: Ciudad de Dios, libro XX, capítulo 19.
«Otros también, sobre lo que dice (San Pablo): «bien sabéis lo que le detiene, y que principia a obrar el misterio de la iniquidad», piensan que lo dijo de los malos e hipócritas que hay en la Iglesia, hasta que lleguen a tanto número (masonería infiltrada, los bergoglios) que constituyan un numeroso pueblo al Anticristo, y que éste es el misterio de la iniquidad, por cuanto parece oculto;» – San Agustín: Ciudad de Dios, libro XX, capítulo 19.
«Cuyo ejército será como las arenas del mar».
«Y cuando se hubieren acabado los mil años, será Satanás soltado de su prisión y saldrá a extraviar a las naciones que moran en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, y reunirlos para la guerra (exterminio Cristiano), cuyo ejército (masonería) será como las arenas del mar. Y subirán sobre la anchura de la tierra, y cercarán el campamento de los santos, y la ciudad amada.» – Apocalipsis 20, 7-9.
Entrada también publicada en uncatolicoperplejo.wordpress.com.
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