Los dos testigos de Apocalipsis 11 son los profetas Enoc y Elías. Los dos únicos profetas del Antiguo Testamento que no fueron asesinados, como también hicieron con Jesucristo. Ambos profetas fueron arrebatados por Dios, y tienen tienen esto un poco más adelante: Enoc en (Génesis 5, 22-24), (Eclesiástico 44, 16), (Ecelsiástico 49, 16) y (Hebreos 11, 5); y Elías en (2 Reyes 2, 1) y (2 Reyes 2, 11-12), y que transcribo en esta entrada.
En el libro de Apocalipsis los dos testigos representan al conjunto de los fieles practicantes en estos Últimos Tiempos, que son los que están en oración y leen el Evangelio. Es decir, los despiertos fieles a Cristo.
A continuación les traigo las citas y su exégesis, recogidas de la Biblia Nácar-Colunga, (Ed.1944) y de la Biblia Platense de Monseñor Straubinger.
Apocalipsis 11
Los dos testigos
“1 Y Fuéme dada una caña (1), semejante a una vara, diciendo: Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. 2 Y el atrio exterior del templo, déjalo fuera, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, que hollarán (destruirán (Mateo 24, 2-4)) la ciudad santa, durante cuarenta y dos meses.«
(1) La imagen está tomada de (Ezequiel 40, 3) y (Zacarías 2, 1), y tiene por objeto hacer en el templo, que es la representación de la religión de Israel, un deslinde entre la parte que será entregada a la profanación de los idólatras (es decir: se entrega la instittución rectora y administrativa, Vaticano y Obispados, que queda en manos de la masonería infiltrada) y la parte que quedará libre de esta profanación (los fieles en sí como ovejas dispersas sin pastor, sin Papa), y en que se desarrollará la vida religiosa de los fieles al Señor.
“3 Y daré a mis dos testigos que, vestidos de saco, profeticen durante mil doscientos sesenta días. 4 Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están en pie delante del Señor de la tierra. “
Hago un paréntesis para detenernos en estos versículos 3 y 4 de Apocalipsis 11.
- El sentido o interpretación sobre quiénes son los dos testigos de Apocalipsis 11 lo tenemos directamente en la Profecía de Nª Sra. de La Salette, a los que Nuestra Señora llama Enoc y Elías.
«La Iglesia será eclipsada, el mundo quedará consternado. Pero he ahí a ENOC y ELÍAS, llenos del espíritu de Dios; predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas; harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del anticristo.» – Nª Sra. de La Salette (1846).
«Por la sangre, las lágrimas y oraciones de los justos Dios se dejará aplacar. Enoc y Elías serán muertos. Roma pagana desaparecerá; caerá fuego del cielo …» – Nª Sra. de La Salette (1846).
- El símbolo de los olivos se puede ver en Getsemaní o monte de los olivos. Getsemaní en su sentido espiritual representa al monte, huerto, templo, morada o celda interior, nosotros cuando estamos en recogimiento y oración en Dios. «Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada.» – Juan 14, 23.
- Para identificar el sentido de la expresión «los dos candelabros« lo podemos encontrar en los siete candelabros de Apocalipsis capítulos 1 y 2, que son las siete Iglesias de Cristo en estos Últimos Tiempos. Es decir. Los dos testigos son el conjunto de los fieles a Cristo y que juntos conforman la Iglesia; a diferencia del «atrio exterior del templo» (Apocalipsis 11, 2), que sólo es el aparato rector y administrativo de ésta; el Vaticano, los Obispados, etc; y que es entregado a los gentiles (a los idólatras y paganos).
Las siete Iglesias que se desgranan una a una en Apocalipsis 2, son las siete fases o siete aspectos del conjunto de todos los fieles que conforman la Iglesia de Cristo, en estos Últimos Tiempos.
Las siete Iglesias
«11 que decía: “Lo que vas a ver escríbelo en un libro, y envíalo a las siete Iglesias: A Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea.
12 Me volví para ver la voz que hablaba conmigo. Y vuelto, vi siete candelabros de oro, 13 y en medio de los candelabros, alguien como Hijo de hombre (Jesucristo), vestido de ropaje talar, y ceñido el pecho con un ceñidor de oro. 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; sus ojos como llama de fuego; 15 sus pies semejantes a bronce bruñido al rojo vivo como en una fragua; y su voz como voz de muchas aguas. 16 Tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su aspecto era como el sol cuando brilla en toda su fuerza. 17 Cuando le vi, caí a sus pies como muerto; pero Él puso su diestra sobre mí y dijo: “No temas; Yo soy el primero y el último (el alpha y la omega), 18 y el viviente; estuve muerto, y ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. 19 Escribe, pues lo que hayas visto; lo que es, y lo que debe suceder después de esto. 20 En cuanto al misterio de las siete estrellas, que has visto en mi diestra, y los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias, y los siete candelabros son siete Iglesias”. –Apocalipsis 1, 11-20.
Retomamos y terminamos Apocalipsis 11
“7 Y cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará guerra, los vencerá, y les quitará la vida. 8 Y sus cadáveres (yacerán) en la plaza de la gran ciudad que se llama alegóricamente Sodoma y Egipto, que es también el lugar donde el Señor de ellos fue crucificado. 9 Y gentes de los pueblos y tribus y lenguas y naciones contemplarán sus cadáveres tres días y medio, y no permitirán que se dé sepultura a los cadáveres. 10 Y los habitantes de la tierra se regocijan a causa de ellos, hacen fiesta, y se mandarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas fueron molestos a los moradores de la tierra. “
¿Quién es esa bestia que sube del abismo?
«He aquí el tiempo: El abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. He aquí la bestia con sus súbditos, llamándose el salvador del mundo.» –Nª Sra. de La Salette (1846).
“Cuando digan: “paz y seguridad“, entonces vendrá sobre ellos de repente la ruina, como los dolores del parto a la que está encinta; y no escaparán.” –1 Tesalonicenses 5, 3-6.
A continuación dejo las citas sobre Enoc, y posteriormente, algunas sobre Elías.
Enoc
Enoc vivió antes del Diluvio y fue arrebatado de la tierra porque agradó a Dios
“22 Anduvo Enoc con Dios, (viviendo) después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. 23 Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. 24 Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó. “
[67] 24. Del patriarca Enoc, que desapareció sin haber visto la muerte, dice la Sagrada Escritura en otro lugar: “Enoc agradó a Dios y fue trasladado al paraíso para predicar a los pueblos la penitencia” (Eclesiástico 44, 16, Vulgata; cf. 49, 16). En la carta de San Judas leemos que el patriarca Enoc anunció a los impíos el castigo, y San Pablo lo alaba como ejemplo de fe (Hebreos 11, 5). Muchos Padres sostienen que Enoc ha de venir por segunda vez, como Elías, para combatir al Anticristo, y la exégesis tradicional toma a Enoc y a Elías por los dos testigos de Apocalipsis 11, 3, ss. Hay un libro que lleva el nombre de Enoc, pero por ser apócrifo no ha sido recibido como canónico, aunque gozaba de mucho prestigio en la era patrística.
«16 Enoc agradó a Dios, y fue transportado al paraíso para predicar a las naciones la penitencia.» – Eclesiástico 44, 16.
«16 No nació en la tierra hombre como Enoc; el cual fue arrebatado de ella;» – Ecelsiástico 49, 16.
«5 Por la fe, Enoc fue trasladado para que no viese la muerte, y no fue hallado porque Dios le trasladó; pues antes de su traslación recibió el testimonio de que agradaba a Dios». – Hebreos 11, 5.
Carta del Apóstol San Judas
«5 Quiero recordaros, a vosotros que habéis aprendido ya una vez todas estas cosas, que Jesús, habiendo rescatado de la tierra de Egipto al pueblo, hizo después perecer a los que no creyeron. 6 También a los ángeles que no guardaron su principado, sino que abandonaron la propia morada, los tiene guardados bajo tinieblas en cadenas perdurables para el juicio del gran día. 7 Así mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades comarcanas, que de igual modo que estos se habían entregado a la fornicación (espiritual, la gnosis), yéndose tras carne extraña, yacen para escarmiento sufriendo el castigo de un fuego eterno. 8 Sin embargo estos también en sus delirios mancillan igualmente la carne, desacatan el Señorío y blasfeman de las Glorias; 9 en tanto que el mismo arcángel, Miguel, cuando en litigio con el diablo le disputaba el cuerpo de Moisés, no se atrevió a lanzar contra él sentencia de maldición, sino que dijo solamente: “¡Reprímate el Señor!” 10 Pero estos ora blasfeman de todo lo que no entienden, ora se corrompen con lo que solo naturalmente conocen al modo de las bestias irracionales. 11 ¡Ay de ellos! Porque han entrado en el camino de Caín y por salario se entregaron al error de Balaam y encontraron su ruina en la revuelta de Coré. 12 Ellos son las manchas en vuestros ágapes, cuando se juntan para banquetear sin pudor, apacentándose a sí mismos; nubes sin agua, arrastradas al capricho de los vientos; árboles otoñales sin fruto, dos veces muertos, desarraigados; 13 olas furiosas del mar, que arrojan la espuma de sus propias ignominias; astros errantes, a los cuales está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre. 14 De ellos profetizó ya Enoc, el séptimo desde Adán, diciendo: “He aquí que ha venido el Señor con las miríadas de sus santos, 15 a hacer juicio contra todos y redargüir a todos los impíos de todas las obras inicuas que consintió su impiedad y de todo lo duro que ellos, impíos pecadores, profirieron contra Él”. 16 Estos son murmuradores querellosos que se conducen según sus concupiscencias mientras su boca habla con altanería y, por interés, admiran a las personas.»
La carta de San Judas Tadeo sólo tiene un capítulo. No confundir con Judas Iscariote, el que entregó a Jesucristo.
A Elías le podemos encontrar en los dos libros de Reyes del Antiguo Testamento. Desde (1 Reyes 17) hasta (2 Reyes 2) donde el profeta es arrebatado al cielo.
Elías
I REYES 19
Elías huyendo de Jezabel
«9 … y le dirigió Yave su palabra, diciendo: «¿Qué haces aquí, Elias?» 10 El respondió: «He sentido vivo celo por Yave Sebaot; porque los hijos de Israel han roto tu alianza, han derribado tus altares, y han pasado a cuchillo a tus profetas, de los que sólo he quedado yo, y me están buscando para quitarme la vida.» 11 Díjole Yave: «Sal afuera y ponte en el monte ante Yave.» Y he aquí que pasó Yave, y delante de él un viento fuerte y poderoso que rompía los montes y quebraba las peñas; pero no estaba Yave en el viento. Y vino tras el viento un terremoto; pero no estaba Yave en el terremoto. 12 Vino tras el terremoto un fuego, pero no estaba Yahvé en el fuego. Tras el fuego vino un ligero y blando susurro. 13 Cuando lo oyó Elías, cubrióse el rostro con su manto, y saliendo, se puso en pie a la entrada de la caverna, y oyó una voz que le dirigía estas palabras: «¿Qué haces aqui, Elias?» 14 Y él respondió: «He sentido vivo celo por Yave Sebaot, porque los hijos de Israel han roto tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a cuchillo a tus profetas, de los que sólo quedo yo, y me buscan para quitarme la vida.» –I Reyes 19, 9-14.
«18 Voy a dejar con vida (no me apartaré de ellos) en Israel a siete mil, cuyas rodillas no se han doblado ante Baal, y cuyos labios no le han besado.» –I Reyes 19, 18.
2 REYES 2
Elías arrebatado al cielo
«1 Cuando Yahvé quiso arrebatar a Elías al cielo, mediante un torbellino, partió Elías con Eliseo desde Gálgala;» – 2 Reyes 2, 1.
«7 Vinieron también cincuenta de los discípulos de los profetas, que se pararon enfrente, a lo lejos, mientras los dos estaban de pie junto al Jordán. 8 Entonces tomó Elías su manto, lo arrolló y golpeó las aguas, las cuales se dividieron a un lado y otro; y entrambos pasaron a pie enjuto.» – 2 Reyes 2, 7.
«11 Mientras seguían andando y hablando, he aquí que un carro de fuego y caballos de fuego separaron al uno del otro y subió Elías en un torbellino al cielo. 12 Eliseo miraba y clamaba: “¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su caballería!” Y no lo vio más. Entonces asió sus vestidos y los rasgó en dos partes.» – 2 Reyes 2, 11-12.
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