La Visitación de María a su prima Santa Isabel
«39 En aquellos días se puso María en camino y con presteza se fué a la montaña, a una ciudad de Judá . 40 y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Y así que oyó Isabel el saludo de María saltó el niño en su seno, e Isabel se llenó del Espíritu Santo, 42 y clamó con fuerte voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿De dónde a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? 44 Porque apenas sonó la voz de tu salutación en mis oídos ha saltado de gozo el niño en mi seno. 45 Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá lo que se te ha dicho de parte del Señor. 46 Y dijo María:
«Mi alma magnifica al Señor,
y salta de júbilo mi espíritu en Dios, mi salvador,
porque ha mirado la humildad de su esclava,
y por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, y cuyo nombre es Santo,
y su misericordia de generación en generación, sobre los que le temen.
Desplegó el poder de su brazo,
y dispersó a los que se engríen
con los pensamientos de su corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos
y ensalzó a los humildes.
A los hambrientos llenó de bienes,
y a los ricos despidió vacíos.
Acogió a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia.
Según lo que había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia para siempre.»
Amén
(Lc. 1, 39-55)
(San Lucas. Capítulo 1, versículos 39 al 55)
Biblia Nácar-Colunga: «Este cántico, que está inspirado en los salmos davídicos y formado de las frases tomadas de ellos, expresa los sentimientos de María, su humildad ante la grandeza de la gracia recibida, su reconocimiento hacia Dios y la admirable providencia del Señor, que ensalza a los humildes y humilla a los soberbios.»
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque a ellos pertenece el reino de los cielos.”
(San Mateo 5, 3)
Biblia Straubinger: «Pobres en el espíritu, como observa Santo Tomás, citando a San Agustín, no solamente los que no se apegan a las riquezas (aunque sean materialmente ricos), sino principalmente los humildes y pequeños que no confían en sus propias fueras y que están, como dice San Crisóstomo, en actitud de un mendigo que constantemente implora de Dios la limosna de la gracia. En este sentido dice el Magnificat: ”A los hambrientos llenó de bienes y a los ricos dejó vacíos.”»
Un saludo. Cuídense mucho.